Cuando hablamos de la imprenta offset es necesario remontarnos un poco al pasado, en donde no era nada sencillo lograr una buena impresión de catálogos, impresión de folletos o simplemente la impresión de publicidad, es aquí donde retomamos la importancia de la litografía que sin duda es la precursora de la imprenta.
Seguramente en la actualidad los proveedores de imprenta deben de estar agradecidos con la creación de la litografía, que poco a poco fue evolucionando hasta llegar a lo que hoy conocemos.
En 1796 el alemán Aloys Senefelder, en su búsqueda de un sistema de impresión barato para las partituras musicales y las obras de teatro, inventó la litografía. En sus inicios, la litografía no se utilizó como medio de creación artística sino que se utilizó básicamente con una finalidad comercial.
Los artistas, si embargo, no tardaron mucho en descubrir las ventajas de este nuevo procedimiento, ya que permitía al autor dibujar directamente sobre la plancha sin la necesidad de grabadores intermediarios.
Desde principios del siglo XIX, artistas como Goya, Daumier, Géricault, Delacroix, Odilon Redon, Mallarmé, Vuillard i Bonnard, y ya en el siglo XX, Eduard Munch, Emil Nolde, Matisse y Braque, pero especialmente Picasso, hicieron que la litografía llegara al más alto nivel de expresión y calidad artísticas.
A finales del siglo XIX e indisociablemente asociado a la aplicación de la cromolitografía o litografía en color, nace el nuevo arte del cartelismo, máximo representante del cuál fue sin duda Toulouse-Lautrec. Con sus carteles este artista francés revolucionó el arte de la publicidad.
No obstante, durante el siglo XIX la litografía estuvo estrechamente vinculada al desarrollo de la prensa y fue uno de los sistemas más utilizados para la ilustración de libros.
La palabra litografía proviene del término griego “lithos” que significa piedra y del término “grafia” que significa dibujo. Cuando se habla de la litografía se refiere a una estampación obtenida a partir de una matriz de piedra. Este procedimiento se basa en el principio químico de rechazo entre el agua y la grasa y consiste en dibujar sobre una piedra calcárea la imagen deseada con un material graso.
En el momento de entintar la plancha, cuando el dibujo ya está realizado, la tinta sólo se adhiere a las zonas correspondientes al dibujo y que previamente han estado tratadas con materia grasa, mientras que en el resto se desprende.
A diferencia de la xilografía y de la calcografía, la litografía no es un sistema de grabado propiamente dicho, ya que no se incide sobre la superficie de la matriz ni con una herramienta ni con ningún elemento corrosivo.
Por ello es más correcto hablar de un sistema de estampación. La litografía ya es un procedimiento de estampación planográfico pues las zonas dibujadas y las que no quedan al mismo nivel sobre la matriz.
El tipo de piedra utilizado para las litografías debe de tener unas características especiales: suficientemente porosa para que pueda absorber el agua y a la vez ha de tener una granulosidad muy fina para que pueda retener la grasa.
La piedra calcárea es la más preciada para este procedimiento. El grosor mínimo de las piedras debe de ser de un centímetro para que puedan soportar la presión de la prensa, aunque como norma general acostumbran a medir unos cinco centímetros de grosor. Teniendo en cuenta la gran dificultad para hallar piedras calcáreas adecuadas y su alto coste, rápidamente se buscaron materiales alternativos para las matrices litográficas.
Así se comenzaron a utilizar las planchas de zinc, que representan la enorme ventaja de poder ser tan grandes como se desee y de ser muy fáciles de mover y almacenarse. En el aspecto químico la impresión con planchas metálicas es diferente, a pesar de que en los dos casos necesitan materiales de dibujo de composición grasa para producir una marca susceptible de ser impresa.
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